jueves, 21 de enero de 2010

OLDBOY de Park Chan-Wook

2003. by manhattan71

Pues fíjate, Blake, que a mí Oldboy me ha parecido una película excepcional, sublime, estéticamente irreverente y argumentalmente redonda. Aquí está, en Cine 10, y ha entrado por la puerta grande, por la sencillísima razón de que me ha cogido ese pellizco en las tripas del que siempre hablamos. ¿Cómo pude ver la tercera parte de la trilogía antes, Sympathy for lady Vengeance? Es un truño. De hecho bien parece la antecesora de Oldboy, su versión experimental, donde tanto artificio artístico y estético vaga sin rumbo. En Oldboy, sin embargo, todo tiene sentido, todo tiene color. El comienzo es un puñetazo a los sentidos, y en ningún momento te abandonará ese estado semiconsciente de alerta, hasta los compases finales. Está dotada de un lirismo transgresor que rompe los códigos del cine anterior, o los copia y los mezcla sabiamente, o los modula desde el genio del artista. En esos diálogos profundos y solemnes no sobra ni falta una coma, todo cobra sentido en algún momento. Nada se queda en el camino. La música nos lleva en volandas, absolutamente magistral. Los personajes nos transmiten una vitalidad condenada al sacrificio, en una interpretación mayúscula de muchos de ellos, y absolutamente desgarradora de su protagonista, Choi Min-Sik. Park Chan-Wook nos cuenta una historia a través de una cámara coqueta, incisiva y valiente. Cine 10, cine memorable, cine de genio.

Y ahora dime: no la has visto, ¿verdad?


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